Evolución del Covid-19

Si observamos los casos de Covid-19 detectados y el número muertos producidos en la web de la Organización Mundial de la Salud (OMS), vemos que todos los países del mundo muestran una evolución aproximandament similar. Inicialmente se produce un incremento muy repentino de las infecciones según una función matemáticamente cercana a una exponencial, seguidamente la curva se suaviza y describe una meseta más o menos prolongada, y finalmente sigue una progresiva y larga bajada. La forma general podría parecerse a la boa que se ha tragado un elefante, del famoso cuento «El Principito». Esta curva es sorprendentemente similar en todo el mundo, al margen de la gestión sanitaria que se haya llevado a cabo. Los valores absolutos varían enromement entre los diferentes países, pero la forma de la curva no. Esto podría indicar una dinámica interna de la epidemia y la hace comparable con un incendio. Para que se produzca el fuego se necesitan dos elementos: el combustible (madera), y el comburente (oxígeno). El incendio forestal siempre se inicia a partir de una pequeña chispa y poco a poco va creciendo. Según las condiciones ambientales (viento, pendiente y grado de humedad) puede quemar unas decenas o millones de hectáreas, y aunque nadie lo apagara, se acabaría auto-extinguiendo, incluso si hubiera combustible y comburente. Una epidemia también necesita combustible (personas) y comburente (agente infeccioso), se inicia a partir de una chispa (primer enfermo) y crece paulatinamente hasta afectar cientos, miles o millones de personas. Si no interviniéramos, se acabaría auto-extinguiendo incluso habiendo personas susceptibles de ser infectadas y un agente infeccioso. Tanto el incendio como la epidemia pueden mostrar rebrotes en sus estadios finales. La cuestión es hasta qué punto el coronavirus se comportará como la gripe, o los incendios mediterráneos, que se repiten estacionalmente. La buena noticia es que ahora hemos mejorado el cuerpo de bomberos.