El miedo equivocado
El miedo es una emoción producida como reacción a un peligro real o imaginario que prepara el cuerpo para la fuga, o para el enfrentamiento (fight or flight).
Cuando tenemos miedo se producen una serie de cambios fisiológicos inmediatos en nuestro cuerpo: aumenta el ritmo cardíaco, la presión arterial, el metabolismo celular, la glucosa en sangre, la adrenalina y la actividad cerebral, así como la coagulación sanguínea. La sangre fluye a los músculos grandes (especialmente en las extremidades inferiores, en preparación para la huida). Los ojos se hacen más redondos para mejorar la visión, y las pupilas se dilatan para facilitar la admisión de luz.
Esta serie de cambios vienen coordinados, como no podía ser de otro modo, desde el cerebro. El cerebro es un órgano de unos 1.350 cm3 y se puede dividir entre el encéfalo, el cerebelo y el bulbo raquídeo. Si observamos el interior vemos que la parte más externa es el neocórtex, relacionada con las capacidades más racionales, mientras que en la parte más interna encontramos el paleocórtex, el cerebro más primitivo. El cerebro reptiliano, el tálamo, el hipotálamo la amígdala y el hipocampo. El miedo se produce básicamente en estas áreas más primitivas, por tanto, su génesis es automática e irracional. Si necesitamos una respuesta rápida, no podemos depender de la racionalidad. Esta adaptación nos ha permitido sobrevivir a nosotros y a muchísimas otras especies, pero también tiene inconvenientes, ya que el miedo no siempre es el resultado de un peligro real, también lo puede serlo un peligro imaginario.
Una buena manera de controlar el miedo irracional equivocada, es utilizando una herramienta genuinamente racional como es la estadística. Y para entenderla, nos podemos ayudar de una ruleta de casino. La ruleta es un juego de azar y recibe este nombre del francés «roulette», que significa «rueda pequeña». Contiene 36 número más el cero. La suma de los primeros 36 números es el 666, considerado un número mágico. La mitad de los números son de color negro y la otra mitad son rojos. Si apostamos al color negro o rojo tenemos un 48.6% de probabilidades de ganar (no es el 50% porque también está el cero). Si apostamos al número par o impar también tenemos 48.6% de ganar. Pero si apostamos a un único número, el pleno, tenemos 1/37 posibilidades de ganar, es decir, un 2.7%. Muy a menudo tenemos miedo de morir por causas con probabilidades muy inferiores al pleno de la ruleta, como un accidente aéreo (1/7.178), un rayo (1/134.906), un ataque de tiburón (1/264 millones) [según los National Safety Council, de EE.UU.], o el coronavirus (1/1.572) [según el Ministerio Español de Sanidad].
Por lo tanto, aunque cueste, el mejor remedio para reconducir el miedo irracional es dejar de considerar los casos particulares, y mirar el conjunto de casos, es decir, la estadística. Cuanto más grandes son los números, menos se equivocan.